Old Future


 Luego, llegó el zumbido.

Donde otrora habitaba la calma.

Fue en la lejanía cuando se dejó ver por primera vez.

Una materia expandiéndose.

Tensa incertidumbre ante un espectáculo irreal.

Un perfecto círculo que avanzaba sin vacilación.

Rayos de luz que todo lo agrietaban.

En la distancia, un punto blanco se acrecentaba.

Ante mi, un largo pasillo subterráneo con un punto luminoso en el fondo. Sentía su llamada, su invitación, me aguardaba pacientemente, sabedor de mi pronta llegada. Era un invitado venido de otro lugar y su papel era recibir a gente como yo, perdida en un mar de confusión. Un extraño en un mundo de olvidados.

Las paredes se unían mediante un arco antiguo. Piedra blanca, agrietada por conductos circulares que la atravesaban. El hierro estaba corrompido, pues el óxido le había vencido en una singular batalla. Había sido rodeado, sitiado, traicionado. Regueros de agua sucia  empapaban los hierros y manchaban la pared rocosa dibujando una silueta negra. Mugre, suciedad. Desaparecida bajo los conductos.

Había algo más. Un contraste entre el cálido amarillo y el frío halo azulado. Las escaleras que se encontraban a mi espalda y llevaban a ninguna parte, las vi bañadas por una iluminación que recordaba al astro rey, pero a diferencia de los rayos de luz que sentimos en pleno día, al tocarla, no había ningún tipo de sensación. Ni frío, ni calor.

Observé las escaleras con detenimiento, del mismo material que las nevadas paredes. Subí el primer escalón, pero algo me detuvo. Vacilé. Una extraña sensación me envolvió, un sentimiento de peligro que me hizo retroceder. Un invisible enemigo me expulsaba de sus tierras, no era bienvenido. ¿O quizá no se me estaba permitido volver atrás?

Di media vuelta. Simplemente quedaba el camino. Una ruta en una única dirección, allí donde el blanco fondo se entremezclaba con el color brillante, azulado, por momentos claro, como las aguas cristalinas en recónditos lugares.

Percibí al ente, al guardián que me había vigilado hasta el momento, sereno, paciente. Su invitación todavía seguía en pie. Mis pies avanzaron de forma automática. Respiraba tranquilo, sin sobresaltos, aún sabiendo que no pertenecía a aquel lugar. Podía notarlo en mi piel. La prohibición se había convertido en una silenciosa inquietud.

Un pequeño golpe en la cadera. Miré al suelo y a los lados. Por primera vez, me percaté de mi vestimenta, de mi calzado. Un traje y pantalones azulado oscuro, una camisa blanca de rayas muy finas y un sombrero que resguardaba mi cabeza. Colgado del hombro, un bolso de cuero. En su interior hallé un libro de tapa dura, sin título.

Por puro instinto, lo abrí. Observé páginas y páginas escritas en un antiguo lenguaje que sólo muy pocos comprendían. Sus letras eran diferentes, estilizadas, dotadas de vida y gracia. Una lengua que dejó de hablarse para evolucionar en algo completamente nuevo. Un idioma que reconocí y lamenté conocer tan poco. Aquel libro era mi único compañero, mi solitaria compañía. Sentí no ser capaz de leer ni siquiera un fragmento

Entonces, sucedió lo inexplicable. Como si las palabras hubiesen entendido mis sentimientos, como si se hubiese cumplido un deseo o pronunciado, el libro empezó a cambiar. Las palabras estilizadas comenzaron a deformarse, a moldearse. Cambiaron y lo que momentáneamente había sido incomprensible, ahora las letras se adaptaron a mi propio lenguaje.

Ni siquiera me pregunté qué era lo que había permitido tal proeza. No, no era mi preocupación en ese momento. Abrí el libro, mientras reanudaba mi marcha. Ya desde las primeras páginas sentí el vínculo que quería transmitir la historia, un relato conocido por cualquiera, cuya narración se remontaba a una leyenda de antaño, donde un hombre, tras una larga guerra llena de infortunios y muertes, iniciaba un viaje de regreso hacia su querida patria, hacia su querida esposa. Un periplo maldito por los dioses, donde aguardaban misteriosas islas plagadas de peligros, brujas, monstruos y hasta el propio averno. Sólo tras mucha desventura y dolor le fue permitido volver.

¿Era su historia un símil de lo que iba a experimentar? ¿Acaso debía vivir una experiencia peligrosa antes de poder regresar sobre mis pasos? ¿O ya estaba regresando a casa? Incógnitas, preguntas sin respuesta y nada más que un pasillo que parecía no tener fin, mientras el guardían del lugar me observaba impasible. Sólo el tiempo lo diría. Me revelaría el futuro.


Tras algunos minutos o quizás horas, alcancé la salida, no sin antes detenerme ante un último regalo. Flotando en el aire se hallaba un reloj de bolsillo, cuya cadena se había perdido. Era redondo y plateado. El pequeño botón era una tentación que no pude evitar, pero al hacerlo, me sobrecogí. El tiempo en aquel lugar era distinto a lo que yo conocía. Las agujas corrían en dirección distinta a la esperada. Marcaba una hora, las 7:55, y ésta iba retrocediendo. De nuevo me pregunté qué clase de lugar era aquel y por qué estaba allí. Por más que lo intentara, no lograba recordar más allá. No podía acceder a mis anteriores recuerdos, permanecían bloqueados. ¿Quizá querían prepararme para lo que estaba a punto de vivir?

El duro suelo desapareció. Su tacto había cambiado. Ahora era blando. Arena, acompañada de olas que chocaban y se deshacían. La brisa acarició mi rostro con su invisible mano. Una aparente calma rodeaba el lugar. Vi más allá, a lo lejos, una montaña que surgía del agua. La única mancha en un horizonte apagado. El brillo del sol también lo era. Tenue, gris. Era el ambiente azulado el gran vencedor, el que todo lo envolvía.

Un ruido lejano a mi espalda. La gran puerta que había cruzado desapareció ante mis ojos. Ahora escalera de mármol y en la cima un encapuchado observándome.  Con un gesto de su brazo me invitó a subir, a contemplar lo que había en lo alto. Cada paso que daba hacía que el mármol cambiase de color, de muchas y variadas tonalidades, incluso con aspectos nunca antes vistos. Todo un espectáculo hipnotizante.

Cuando llegué a lo mas alto, un zumbido desde el aire me dio la bienvenida. Un torpedo surcó el aire, dejando tras de si una estela blanca. Helicópteros que avanzaban a tal velocidad que no me era posible visualizar correctamente su imagen. Incluso vehículos circulares, de una única lente, como si representara a un gran ojo, surcaba el aire yendo de un sitio a otro, atravesando estructuras que jamás creí que sería capaz de ver. Enormes edificos aparecieron de la nada, auténticos rascacielos, ataviados con extrañas e imposibles figuras.

Otro estruendo en el horizonte hizo que me girase. De nuevo, tenía enfrente la gran montaña que yacía en el mar, impasible ante lo imposible. Cada vez eran más los aviones o vehículos que sobrevolaban el vasto firmamento. Algunos se detenían para observarme, fruto de su curiosidad, pero pronto reemprendían su marcha hacia un lugar desconocido. Me apoyé en la barandilla, suspiré sorprendido. ¿Qué era todo aquello?

Pequeñas gotas de agua empezaron a caer sobre mi. Fue entonces cuando comprendí que yo era el verdadero extraño. Atrapado en un mundo al que no pertenecía. Debía encontrar refugio, pues en cualquier momento, el cielo descargaría toda el agua que albergaba.

El oleaje, el viento, el azulado sol, las nubes, las montañas tanto rocosas como artificales... todo. Fue en aquel momento cuando supe que...




















nada volvería a ser igual.



"Nota del autor: Este relato está inspirado en una sesión de fotos que relicé el pasado diciembre, de la mano del fotógrafo Rubén Gil, cuya página de facebook podéis seguir en este enlace. También podéis visitar su página web para más información
Con Rubén ya hice una sesión de fotos de temática zombie, cuyos resultados fueron muy buenos. Una divertida velada que repetiría sin dudarlo. Después de un tiempo y con ganas de otra sesión, volví a contactar con él. Tras hablarlo, me propuso sacar mi lado de caballero y hacer una mezcla de ciencia ficción con ella. De nuevo, el trabajo que realizó fue impresionante y las fotos que he compartido son una pequeña muestra de la labor que realizó. Old Future es cómo él lo bautizó.
Os recomiendo que, si tenéis ganas de pasar un día diferente y divertido, contactéis con Rubén. No os decepcionará."

Comentarios

  1. Mmmm... Vale... creo que, obviamente, es el relato que más me ha gustado hasta el momento. Pero me ha faltado que me hables más del vigilante. Que si yo apareciese en un sitio que desconozco, pasándome tantas cosas raras, y tengo a un tío/monstruo vigilándome.. me daría mal rollo. Pero parece que a tu personaje le dé un poco igual. Es el único fallo que le veo. Por el resto... chapó!

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